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La burocracia puede más que las intenciones de salvar a la Tierra

  • Foto del escritor: csaica
    csaica
  • 23 abr 2016
  • 3 Min. de lectura

Mientras los políticos y representantes de 195 países acuden a París y New York para cumplir con la agenda de la Cumbre del Clima y llegan a acuerdos en los que onerosas cantidades de dinero - estamos hablando de más de 100.000 millones de dólares que se emplearán anualmente desde 2020 “para apoyar la mitigación y adaptación al cambio climático en los países en desarrollo”, serán utilizadas en actividades más bien difusas.

Lo cierto es que no hay un plan que persiga acciones concretas ni entes que garanticen que los objetivos principales de la Cumbre vayan a conseguirse –disminuir las emisiones de carbono y mantener la temperatura media mundial en menos de 2° C -.

A pesar de que fue destinada una exorbitante suma de dinero para la consecución de los mencionados propósitos, no hay un aparataje legal que obligue a la Cumbre a obtener los resultados deseados. Al parecer, la burocracia puede más que las intenciones de salvar a la Tierra.

Según la nota publicada en el portal web efeverde, “el acuerdo adoptado es legalmente vinculante pero no la decisión que lo acompaña ni los objetivos nacionales de reducción de emisiones. No obstante, el mecanismo de revisión de los compromisos de cada país sí es jurídicamente vinculante para tratar así de garantizar el cumplimiento”. Las vías para efectuar el seguimiento de los compromisos fijados son imprecisas, al igual que las sanciones a aplicarse a los países que vulneren los acuerdos, de modo que esta iniciativa mundial reviste matices burócratas e insuficientes para paliar los conflictos medioambientales del planeta.

Es pertinente preguntarse, si hay casos de corrupción asociados al manejo de estos recursos, ¿quiénes responderán por los fondos malversados? ¿Cuál sería el rostro del culpable, y en consecuencia, quién recibiría el castigo pertinente? Situaciones afines han sido protagonizadas por la FIFA, UEFA, CONMEBOL, entre otros reseñados en los papeles de Panamá.

Crisis energética mundial

Las implicaciones económicas son significativas, pero lo más relevante de este asunto es el aplazamiento de los temas que realmente nos atañen si queremos continuar con la vida como la conocemos hoy día, lo cual será cada vez más dificultoso si se siguen derrochando los recursos energéticos ante la mirada inmutable de nuestros líderes mundiales.

Las iniciativas de la Cumbre no consideran acciones a tomar en el sector energético, que actualmente se encuentra vulnerable y a las puertas de una crisis, como resultado del impacto ambiental, cambios acelerados en el crecimiento de la sociedad, entre otros. En los países en vías de desarrollo la situación es realmente cruda y muchos apenas subsisten. Por lo tanto, es vital establecer metas orientadas a atender la pobreza energética, desarrollo de tecnologías sustentables para la generación y distribución de energía y equilibrar el ritmo de uso y consumo de energía a nivel mundial.

Más de 2 mil millones de víctimas

La crisis hace que cerca de 1300 millones de personas no tengan acceso a la energía eléctrica, mientras que otros 2.700 millones de personas no cuentan con posibilidades de cocinar limpiamente (cocinan tras quemar desperdicios como cauchos, madera, plástico y demás agentes contaminantes). De esa forma no solo contaminan al medio ambiente, sino que afectan directamente su salud.

Que quienes gobiernan al mundo pasen olímpicamente por sobre estos temas constituye una burla a la humanidad, es una confirmación de la ineptitud que rige, de la indolencia que se agazapa, de la miseria que abunda. Por todo esto esperamos que el Día de la Tierra no se circunscriba al 22 de abril, a tomarnos selfies mientras abrazamos a un árbol o hacemos comentarios sobre el exceso de basura en nuestra comunidad. El tema de la energía es impostergable y hay que volcar nuestras miradas a él. Dejemos de lado nuestra modorra, nuestra pasividad, volvamos propio este tema y sí, sumémoslo a las charlas de sobremesa, a las preocupaciones cotidianas, a las exigencias que hacemos a los gobiernos, a las obligaciones de la sociedad civil. A todos compete este asunto tan importante y si lo descuidamos, estaremos abandonando a más de 2 mil millones de personas.

 
 
 

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