La ISO 10019 y su controversia en Venezuela
- Mariángela Gatta
- 10 may 2015
- 2 Min. de lectura

No es necesario devanarse los sesos imaginando al consultor ideal. Esos pensamientos pueden resultar poco realistas y exigentes en demasía; también se corre el riesgo de no escoger a un profesional suficientemente capacitado. Tomando en cuenta que la contratación de estos servicios requiere de una importante inversión por parte de la empresa, la decisión sobre quién es el mejor facultado para asesorar reviste de relevancia. Sin embargo el aspecto económico no es el único que se debe cuidar. A fin de cuentas, si precisamos de un consultor es porque hemos considerado que este, con su experiencia y objetividad, puede trazar un plan a seguir cuando en la organización escasean las ideas y abundan los conflictos.
Si en la compañía existen numerosos problemas o sencillamente se está estancado, con poco nivel de competitividad y eficiencia, contratar a un asesor podría resultar realmente útil a la hora de encontrar soluciones y crecer. El mercado está lleno de profesionales y firmas de consultorías que brindan los más variados servicios: coaches de negocios, asesores jóvenes y ávidos, y consultores sabios y expertos. ¿Cuál de ellos es el más idóneo?
Para nutrir nuestro criterio, la Organización Internacional de Normalización (ISO, por sus siglas en inglés) elaboró la guía UNE-ISO 10019:2005, que fija directrices para la selección de consultores de sistemas de gestión de la calidad y para el uso de sus servicios. De acuerdo al apartado 4.1.1 del texto, la organización debe identificar sus necesidades y expectativas sobre el profesional al que se va a contratar, compete a la alta dirección evaluar y seleccionar al consultor.
La guía expone las tareas de los asesores y especifica las competencias de estos. A los consultores se les define un perfil que debe contar con autosuficiencia, justicia, veracidad, sinceridad, honestidad, discreción, tenacidad, entre otros (apartado 4.2.2). La educación, conocimiento, habilidades y experiencia no escapan a este útil manual.
Controversia venezolana
Las 23 páginas de la guía precisan los rasgos del consultor y cubren todos los aspectos a tomar en cuenta. La sección 4.3 de la guía – en sus consideraciones éticas – establece la necesidad de que el consultor mantenga independencia del órgano /sistema de certificación / registro o acreditación de gestión de la calidad. Esto implica, en el caso venezolano, que los auditores adscritos a Fondonorma no son aptos para ser consultores por estar vinculados al ente certificador. En el Foro de la Calidad 2015, evento impulsado por Fondonorma, varios asistentes expusieron sus dudas en torno al tema, puesto que numerosos profesionales asesoran a empresas certificadas por el Fondo de Normalización y también trabajan para este.
Es importante aclarar que los consultores no asesoran a las mismas empresas que auditan, por lo tanto no se incumplen los preceptos éticos plasmados en la ISO 10019 ni se incurre en ilegalidades. Además, esta no es una norma sino una guía en la que se dictan buenas prácticas y parámetros a seguir para lograr máxima eficiencia y rendimiento. La ISO 10019 es flexible, no es preciso seguirla a cabalidad, como en el caso de las normas de certificación. ¿Está usted de acuerdo con nuestra postura? ¿Tiene un punto de vista diferente? ¡Que inicie el debate!
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